martes, 31 de julio de 2007

Stansted


Silencio. La soledad se adentra dentro de mi cuerpo.
Me siento sin fuerza a pesar de que acabo de beber una bebida isotónica que contiene la famosa taurina.
Gates 34, 35 ,36 ,37, 38...
Ryanair, EasyJet, Air Berlin...
Apenas veinte persona en toda esta zona, distanciadas por unos sillones azules.
Una muchacha lee la última entrega de la saga de un conocido mago mientras otra ojea un periódico para matar el tiempo. Otros ven el despegue y el aterrizaje de los aviones por estas enormes cristaleras. Yo escribo.

El ruido de los motores desvía mi atención al igual que ese típico niño inglés, rubio y con la carita colarada. Ahora está callado pero hace un instante hablaba graciosamente con su madre.
Please wait puedo leer en la pantalla que indican las siguientes salidas.
Nublado, así está el día y yo con el pero qué le vas a pedir al Reino Unido.

Llegan las primeras azafatas y justo detrás mía comienza el embarque de tantas personas que dirigen sus vidas lejos de de otras durante algún tiempo o simplemente vuelven a casa a reencontrarse con su vida.
Y cuántas trágicas despedidas han visto estas y otras terminales. Cuántos romances han terminado al partir, en la propia puerta de embarque.
Consciente de tantas despedidas, saludos a mano alzada, los besos y los te quieros. Los te esperaré y los vuelve pronto.
Cuidate y buen viaje.

Varado en este aeropuerto a las afueras de Londres, escribiendo con la imagen de Ross llegando a toda leche tras un alocado viaje en el taxi de Phoebe, para decirle a Rachel...
Los recuerdos se me presentan y se ríen de mí...

Sale el sol tímidamente ak mismo tiempo que un señor se sienta enfrente mía. Tiene el mismo billete que el mío. Glasgow.
15.30 Go to gate anuncia la pantalla. Yo ya estoy aquí, no he querido esperar más...
El embarque comienza...Boarding.


Tiempo de volar, de salirse del mapa e intentar quedarse entre las nubes.

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