domingo, 24 de junio de 2007

Pesimismo corpóreo


Lluvia, ojos cerrados, abandono, incompatibilidad...

Insomnio por verla de verdad. Que no la sorprenda dormida.

Calor interno que no derrite el gélido pensamiento.

Personalidad intrépida atrapada entre tanto prejuicio, tanto asfalto, tanta ciudad..., reclamando libertad.

Consuelo en el amor aunque a menudo traicionero. Rotura de platos y vuelta a la soledad, que no a la oscuridad, descubierta para aquellas soleadas personas que no entienden muy bien cómo se atrevieron a entrar.

Mundo oscuro de fantasías, sueños y utopías.
Ilusiones y amor, muerte y soledad plasmada en las poesías.
No podría funcionar si abandonase su paraíso terrenal, pero ¿qué tal un poco de azul, amarillo, verde o naranja? (porque el rojo ya lo tiene).
Buscando el silencio, un lecho frío donde descansar, apalabrando con la muerte su final.
Otro mundo, pero ¿DÓNDE? si no existe.
¿De qué se esconde?

Hay algo que no puede dejar pasar, siente que necesita encontrar una solución aunque reconoce que es inútil. Intenta que no caiga donde habita el olvido.
Impotencia al observar que se arraiga a su hábitat natural.
No se resigna a que dentro de esa oscuridad aparezca un haz de luz, invadiéndolo todo casi de sorpresa.

No convencional. No apta para muchos.
Mundo por descubrir. Caminos iniciados y mi curiosidad que sigue teniendo sed.
A pesar de no entender en ciertas ocasiones, de buscar más allá dejo de buscar respuestas.

Me encanta.

viernes, 22 de junio de 2007

PARIS, tu habitación, tu cama...


Durante la II Guerra Mundial…
Dos billetes de avión, tres personas para embarcar, ¿quién queda sin viajar rumbo a Lisboa?
Tras años sin tener noticias suyas, se cruza por su camino y lo enmudece. Mantiene la compostura y con el rictus serio la observa igual de hermosa que la última vez que la vio con aquel vestido azul.

Bogart versus Bergman, frialdad frente a latidos incesantes escondidos en los brazos de Laszlov.
¿Cuántas veces hemos tenido que fingir? ¿Cuántos acontecimientos debemos dejar entrever para que piense que nos hemos divertido desde entonces? ¿Y cuánto la seguimos queriendo?
Detrás de la sonrisa cínica de Bogart, nos hemos escondido muchos queriendo expresar nuestro buen sentir cuando realmente huele a podrido.
Planeamos a cada instante nuestro comportamiento por si regresara, por si volviese y estamos gustosos de demostrar nuestra firmeza cuando de repente se cruzan nuestras miradas, cuando reparamos que es ella y que nos está mirando.
Es en ese preciso momento, en el que deseamos que todo termine, que se largue por donde ha venido, pero ella tiene el gusto de presentarnos a su esposo.
Firmeza Bogart, firmeza.
Cae la noche, refugiados en aquella botella ya podemos quitarnos el disfraz, estará únicamente Sam para ayudarnos.
Apelamos a la fuerza, intentaremos controlar la situación que nos desborda…-“You play it for her, you can play it for me”, pero mientras pasa el tiempo seguimos echándola de menos.

Y está ahí, sentada, tomándose una copa con su marido. Comparte un sueño, marchar a América y casi de casualidad te encuentras con los ansiados pasajes en tu poder.
No es el destino, son simplemente los guionistas que tienen que poner al pobre de Bogart en una situación algo más traumática. No es suficiente con esperar en una estación y partir en un vagón solitario sin ella, no es suficiente intentar olvidarla, ni tampoco que de todos los bares del mundo tenga que ir a parar al suyo, eso no es suficiente. Además él tiene en sus manos la ayuda que necesitan.
De repente aparece ella, mencionando aquella historia de amor tantas veces recordada en su ausencia… quiere los pasajes y recurre a París. ¡Qué buena jugada Ingrid!
Conmigo versus hasta siempre.
Y llega como sin quererlo al aeródromo donde ya tiene su decisión tomada. ¿Dejar correr el agua atrapada en la presa? o ¿ayudar a la causa de Laszlov?

Siempre nos quedará París, aceptar que todo se acaba, y sí, no te negaré un paseo cerquita del Sena, ni una visita al Louvre o un encontronazo contigo por aquel mundo bohemio de artistas y literatos, pero qué pasa con los lunes, martes o domingos, Praga, Venecia o algún lugar suramericano; tu apartamento, tu habitación, tu cama donde compartimos sentimientos o todos aquellos rinconcitos, historias escondidas entre callejuelas, canciones, fechas y demás que convergen hacia ti…y que también nos quedan.



martes, 19 de junio de 2007

La performance, representación a medida

Se abre el telón...
nervios, luz y aparece una muchacha llorando.
Se abre el telón...
expectación, luz y aparece un muchacho llorando.

-¿Qué te ocurre? pregunta ella.
-Nada, simplemente lloro porque estoy bien con mi chica. ¿Y tú?
-Nada, simplemente lloro porque estoy mal con el mundo. Quiero morirme.

Tras un impás donde el silencio era el protagonista nuestro amigo pregunta:
- ¿Puedo hacer algo?
-Sí, matarme o hacer que vuele abandonándolo todo, dice ella.
Titubeos...
-Va a estar difícil eso de volar, así que espera que busco un bonito balcón.
-¿Piensas empujarme?...

En la escena siguiente ella se agarra fuerte a una barandilla algo oxidada por la lluvia mientras que él la contempla desde abajo.
-Si consigo arrancarte una sonrisa volverás a esperarme en aquella habitación, grita él. Si no, podrás volar durante unos segundos y cumplir tu deseo: verle la cara a la muerte.
-¡Está bien!, afirma ella.

El muchacho se toca el cuello de la camisa para ajustarse a la tensa situación y grita:
-No puedo ser Romeo, ni tú eres Julieta sin embargo espero que esto haga replantearte que a pesar de lo oscuro hay días en los que la luz aparece.
Ella ni gesticula mientras alza una pierna por encima de la barandilla.

-¡Mira a tu alrededor, seguro que hay algo que merece la pena!, exclama desde abajo el chico.
Tras un destello de cejas y con la cara de tú eres gilipollas (si lo hubiera no me tiraría) levanta ella la otra pierna.

-Muy bien, si es lo que quieres, estampa tus sesos aquí. Partete las piernas y procura no chillar mucho, es de noche y puedes despertar a los vecinos.
Total, tienes razón, ¡esto es una mierda!
Nadie puede solucionarnos nada así que esperame que subo y nos tiramos los dos...

Ella sonríe...
Cae el telón.

*Ven y sientate. Tu chica no va a morir. Tu chica va a volar contigo sin moverse de la habitación.

Zapatos desatados


Me preguntó Cenicienta dónde había dejado el zapato que perdí mientras caminaba...Le dije que no se preocupara, que ya se encargarían los ratoncitos de traérmelo...
Caminaba, dejando que se abrieran las bifurcaciones hasta encontrar lo que nadie puede responderme, únicamente el tiempo...

Lo que pasa es que la cabezonería, mi madre me perdone, viene a mí como esa vecina que interrumpe la calma para tomar el café: sin avisar y armando escándalo.

Pues eso, que me lío a hablar de la vecina y no sigo, que más quisiera yo que mis preguntas fuesen contestadas desde el más allá, que algo iluminara mis ideas y me respondiese aunque fuese escondido detrás de la cortina. Así no tendría que estar todo el día pensando en mis zapatos.
A cada instante un par de zapatos para afrontar cada camino, cada carrera o decisión. Paso de los de charol, de los deportivos, de los a medida, de los cómodos, de los que hacen rozaduras...

Yo tengo los pies embarrados y no he pisado el barro. Mojados y no he saltado en ningún charco como hacen los niños dejándose llevar por la despreocupación infantil. Yo voy descalzo.
Yo tengo unos zapatos voladores y no soy hijo de ningún dios. Pasotas y me llevas a ver un concierto de gafas grandes y componentes escuálidos. Llevo el número perfecto.
Yo llevo zapatos confiados, despreocupados y de los que tararean las canciones en el bus.
Yo llevo zapatos enmascarados, expectantes y que piensan cuánta gilipollez hay al lado.
Yo llevo zapatos preguntones, utópicos, enamoradizos y desilusionados y apasionados
Llevo zapatos tristes, sonrientes y a medio cocer.

Yo tengo los pies preparados para cambiar de zapatos, por eso, me gusta llevarlos desatados porque no hay ni un sólo día en el que no me guste el par que llevo.