domingo, 4 de mayo de 2008

fOtOGrAFíaS

La cámara de la Tía Maruja

Ella se giraba mientras él apretaba el puño y se mordía la lengua.
Él se alejó unos pasos, pero corrió hacia ella. La cogió del brazo y le dijo algo bastante cabreado. Quizás fueran sus últimas palabras antes de separarse para siempre.

El padre le dijo a su niña vestida de comunión que había que dar las buenas tardes al entrar en la tienda. Se dejaba patente de la educación en el núcleo o nido familiar. Quizás el tendero era una familiar de estos lejanos o de los cercanos pero que ves poco y el padre no podía quedar mal.

Ellos se reían mientras empinaban la litrona. Hazte un porrito, ¿no?.
Los días y las tardes y las noches pasan al ritmo que suena en sus Pioners. Pasan y creen que hacen algo. Quizás piensan que es productivo.

La universitaria con sus gafas y carpeta agarrada contra el pecho corría apurada mientras el autobús arrancaba dejándola con el golpe del humo negruzco en la cara. Quizás llegaba tarde a un examen.

El vagabundo se levantó despegando su espalda de la pared. Llovía. Sus perros estaban junto a él cuando coger el carrito abarrotado de cosas que este cedió.
Un señor lo ayudó y uniendo fuerzas consiguieron estabilizarlo. Quizás no se preocupaba, cuántas veces se habría mojado su mundo.

En la Alameda unos niños jugaban con arena. Hacían castillitos como en la orilla y en vez de cubos, los torreones los hacían con vasos llenos de tierra. Quizás sus padres prefieren la montaña en verano.

Yo, tú, él, ella.
Nosotros, vosotros, ellos.
Soy, eres, es, somos, sois, son
Estoy, estás, está, estamos, estáis, están

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