lunes, 1 de octubre de 2007

CIAO

Hoy me he levantado de la cama y he ido a mear.
Al pisar la cocina para prepararme un café bien cargado, me he percatado de que estaba solo en casa y he decidido llamarte.
Ahora que lo recuerdo, mis padres están lejos, creo que de viaje o algo así y puedo pasearme en pelotas por la casa sin que me digan dónde están mis calzonas.
Por cierto, los vecinos tampoco están y mis amigos no saben dónde estoy.

Al colgar y antes de terminar mi último sorbo de la taza te has presentado aquí. He abierto la puerta, ahora vestido aunque poco han durado las calzonas conmigo, y te has avalanzado sobre mí tras el cierre de la puerta.
Nos hemos quitado la ropa como si fuese la última vez y no habíamos llegado a la cama cuando ya estabas sobre mis brazos, por el pasillo, comiéndome todo el cuello.

Al tumbarte en la cama me has cogido por la cabeza y he terminado con mi lengua en tu clítoris. Ya sabes lo que viene después...A pelo y empapados en sudor.
Gritabas como nuca, gemías como siempre y es que hace tanto tiempo que no follábamos.

Me has preguntado después de tu orgasmo, anterior al mío, cómo es que te había abandonado, por qué me fui de tu lado y cómo había vuelto como SIEMPRE.
- Me haces daño pero follas que te cagas y todos los días me esperas ahí, callada, poniéndote guapa como dice el de Vigo.
Te pongo los cuernos, me voy con otras pero tras breves, medios y largos periodos regresas a mi habitación.
Lo tuyo es un ataque mortal.
Sin embargo, lo siento, pero de ti nunca me podré enamorar. Nada sería igual y tú no me quitas los calcetines en la cama.

1 comentario:

PadFo dijo...

Tengo un especial amor por esta entrada. La amo.